Guerra avisada (o la inefectividad de la PNP)

Quiero hacer una aclaración antes de empezar. Según la wikipedia, «Estado no debe confundirse con el concepto de gobierno, que sería sólo la parte generalmente encargada de llevar a cabo las funciones del Estado delegando en otras instituciones sus capacidades. El Gobierno también puede ser considerado como el conjunto de gobernantes que, temporalmente, ejercen cargos durante un período de tiempo limitado dentro del conjunto del Estado.»

Como mencioné en un post anterior, el Estado debe encargarse de 3 cosas fundamentales: salud pública, educación pública y seguridad. Ninguna de esas las realiza bien. En el caso de los conflictos sociales, el tema de la seguridad es importantísimo. Sucede que a la mayoría de las personas no les interesa parar sus actividades a cada rato, ni estar desabastecidas, ni vivir pensando en qué pasará al día siguente. En ese sentido, indigna ver la portada del Perú.21y enterarse de que el «moqueguazo» venía gestandose desde noviembre del año pasado, que la dirección de inteligencia lo sabía y que no se hizo nada.

Así como ha sucedido en Moquegua, en muchos puntos del país hay conflictos sociales tanto activos como latentes. Sin embargo siempre sucede que el Estado reacciona cuando la cosa ya está en rojo. Haciendo un paralelo, en el juego de estrategia Rome: Total War, uno puede ver el estado social de las ciudades que controla: aparece un círculo al lado del nombre de color verde si la población está feliz, amarilla si es normal, azul cuando están «decepcionados» y roja cuando ya estalló un conflicto. Digamos, pues, que cuando la cosa está en azul aún se puede entrar a ver qué pasa y cómo se puede resolver.

Cuando hablo de resolver, o de «hacer algo» no me refiero a entrar a la mala en un operativo y capturar a algunos sospechosos. Me refiero a tomar aquellos lugares donde la población tiene algún problema, establecer un diálogo y buscar formas de evitar que la cosa llegue a mayores. Es más, hasta donde entiendo, la mayoría de conflictos que han estallado lo han hecho porque se les ha tirado perro muerto durante meses hasta que de pronto reventaron. Por supuesto, hablo desde mi sentido común.

Por otro lado, como bien menciona el útero, las detenciones arbitrarias han venido aumentando. Tuvimos el tan sonado caso de Melissa Patiño y últimamente el de los «malditos de Larcomar», pero éstos son solo los más representativos de muchos otros casos.

¿Qué tienen en común los casos de todas estas personas, que juntas suman una veintena? No se trata solo del error, que hasta los policías se equivocan. El asunto aquí es la presión política por mostrar resultados ante la prensa al toque toque nomás. Presión del presidente, del ministro o del alcalde, pero presión al fin para que se meta adentro a quien sea, no importa, con tal de mostrarle orden a la opinión pública. Doble trastada: error y exhibición del error. La Policía no se respeta.

Entonces estamos ante un tremendo zafarrancho. Porque por un lado tenemos la sensación de «seguridad» que vemos en los noticieros todas las noches (atraparon a un drogadicto por acá, a unos «malditos» por allá, a un «terrorista» por acullá), pero a la hora de realmente actuar, tenemos fiascos como el de los 60 policías hechos prisioneros en Moquegua. Por suerte, en este caso no ha habido muertos, pero solo puedo imaginar la situación de desabastecimiento de Tacna. No hay derecho.

Y Alva Castro? Bien gracias. Que se vaya! Pero ese es otro tema.

La constitución

El tema de la constitución política nunca acaba. Ayer durante el pleno del congreso, la bancada nacionalista se presentó con carteles que decían «Constitución del 79» para reclamar al gobierno que cumpla su promesa de restituir una constitución redactada hace 30 años, en un Perú totalmente distinto al que vivimos hoy. Un Perú que no había pasado aún por el Terrorismo (con mayúscula, para resaltar la herida que causó), ni por Alan García. Como podremos imaginar, se armó un chongazo. La nota la pone Perú 21.

No soy experto en temas constitucionales. Para eso, siempre podemos leer a Godoy. Sin embargo, hablando íntegramente desde mi humilde ignorancia, creo que deberíamos tener una sola constitución que se vaya actualizando de cuando en cuando, como la de EE.UU., es decir, fijar de una vez las reglas de juego. No podemos cambiar constantemente la base de nuestra democracia porque al gobernante de turno le dio una rabieta. Eso no permite crecer, ni desarrollarse.

Solo en el siglo XX, hemos tenido cuatro constituciones. Eso es, una constitución cada 25 años en promedio. Recordemos, además, que el siglo pasado hemos tenido gobiernos que se alternaban entra la dictadura y la democracia a un ritmo de casi, uno democrático, un dictador. Hemos tenido 7 dictadores durante el siglo XX: Augusto Leguía, Oscar Benavides, Manuel Sanchez Cerro, Manuel Odría, Juan Velasco y Alberto Fujimori; realmente, una cosa macondiana. La mayoría ejerció doble mandato (incluso tenemos a uno tan conchudo que se mandó por un tercero), sea por vías democráticas truculentas o por un sencillo Golpe de Estado.

A lo que me refiero es que en el Perú no se gobierna: se manda. A nadie le interesa siquiera escuchar lo que el otro tiene que decir por cuestiones ideológicas de lo más estúpidas. El mal del Perú es que nos decimos una democracia, pero a la hora de organizarse para lograr objetivos, nuestros políticos buscan la mejor manera de imponer su forma de pensar, no importa a quién atropellan. No importa incluso si se trata de la Carta Magna. Así son los políticos en este país.

Cosas inverosímiles

Hoy tengo la sensación de haber viajado en un medio de transporte decente.

Sucede que esta mañana viajaba en la T, ese bus morado que va de San Juan de Lurigancho a Chorrillos y pasa por Salaverry, y de pronto escucho al cobrador que grita «por si acaso solo paro en paraderos! El próximo es Portillo! Aprovechen!». ¿Un cobrador anunciando, de hecho, que solo iba a parar en paraderos y para colmo anunciando siempre la siguiente parada para ir avisando a sus pasajeros? Debía estar soñando.

Pero la cereza vino después, cuando un par de paraderos más adelante se produjo la siguiente conversación entre una chica y el cobrador.

– Bajo en la esquina.

– Señorita el paradero es en dos cuadras.

– Le digo que me bajo en la esquina… (como se imaginarán, la chica pegó de gritos, le dijo conchudo, la clásica bronca con el sistema de transportes de este país) … mira lo que me haces caminar!

Fue ahi que el resto de pasajeros intervino, pero no para quejarse del cobrador, sino paraapoyarlo. Llegué a escuchar cosas como «el cobrador está avisando hacer rato señorita» y «camine pues señorita, que es bueno pa su salud». Feu raro, por primera vez veo lógica en un micro, un cobrador que no se achoró y una pasajera que, seguramente muy malacostumbrada por el mal sistema de transporte que tenemos, tuvo que bajar en el paradero y no en cualquier esquina.